Protagonismo español en el arranque de la 69 Seminci con Ángela Molina bailando la muerte con La Veronal
Rodrigo Sorogoyen presenta en el festival Los años nuevos, serie que aspira a recorrer las salas de proyección antes de su estreno en Movistar Plus+
El festival, fiel a su cita con el cine iraní con Mi postre favorito una tierna historia sobre la soledad y el amor en la vejez cargada de humor y de reivindicación hacia la libertad femenina en el país asiático
El mismo día en que llega a las salas españolas la última película de Pedro Almodóvar, La habitación de al lado, la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la Seminci, abre su 69 edición con una cinta que gira en torno a la eutanasia y el suicidio asistido, aunque en este caso con un tono muy distinto en el que no falta la comedia, el drama, la música de Maria Arnal y las coreografías de La Veronal para acompañar a una Ángela Molina que exhibe una vez más su talento interpretativo, también a la hora de bailar con la muerte.
Se trata de Polvo serán, cinta premiada en el pasado Festival de Toronto —casi a la vez que Almodóvar lograba el León de Oro en Venecia con su película—, una propuesta que ahonda en la forma de afrontar el final de la vida con la firma Carlos Marques-Marcet, quien pone así el contrapunto a Los días que vendrán (2019), donde exploraba cómo encarar el inicio de una vida. Para ello, el cineasta catalán se ha rodeado de un reparto encabezado por el chileno Alfredo Castro y por Mònica Almirall, pero donde brilla especialmente la veterana Ángela Molina.
La presentación de la película, que se proyectará este viernes tras la gala inaugural de la 69 Seminci en el Teatro Calderón de Valladolid, ha compartido protagonismo con Los años nuevos, serie de Rodrigo Sorogoyen que ha tenido también su puesta de largo en una primera jornada del festival con protagonismo para el audiovisual español.
POLVO SERÁN
La película inaugural, que llegará a los cines el próximo 15 de noviembre, propone, a través de una historia de amor incondicional, una travesía emocional sobre la decisión de morir, en este caso en forma de tragicomedia.
Escrita por Marques-Marcet junto a Clara Roquet (Libertad, Que nadie duerma) y Coral Cruz (Uno para todos), la banda sonora corre a cargo de la artista, cantante y compositora Maria Arnal.
Tras ser diagnosticada con un cáncer terminal, Claudia (Ángela Molina) decide poner fin a su vida antes de que lo haga la enfermedad en una clínica especializada en suicidio asistido en Suiza, donde acompañarla su pareja, Flavio (Alfredo Castro), que no se ha separado de ella en 40 años y que también quiere seguirla en este viaje sin retorno —quizá los lectores recuerden en este punto la novela de Inés Martín Rodrigo Las formas del querer, ganadora del Premio Nadal en 2022—. Violeta (Mònica Almirall), la única hija en común de la pareja —que tienen otro vástago cada uno de anteriores relaciones— se verá en vuelta en todo este proceso, viajando desde el rechazo a la aceptación a través de un amplio mosaico emocional mientras debe lidiar también con sus dos medio hermanos, interpretados por Patricia Bargalló y Alván Prado.
A lo largo de los 106 minutos de metraje, los reproches, las dudas, el egoísmo o la libertad planean sobre los personajes, que pasan de los momentos más dramáticos al humor absurdo como un salvavidas al que aferrarse. Situaciones de tensión que dan paso a coreografías de La Veronal, desde la primera escena, abordada de modo minimalista y en plano secuencia, y entre las que destaca una secuencia próxima al videoclip en la que Molina lidera a una suerte de catrinas mexicanas cargadas de sensualidad que más bien parecen una versión tétrica de las conocidas burbujas Freixenet, una muestra más de la mimada estética de una coproducción de España, Italia y Suiza cuya fotografía ha dirigido Gabriel Sandru.
También la música original de Arnal —compuesta de forma previa al diseño de las coreografías de Marcos Morau— se ve rematada en la parte final del filme con la sublime potencia sonora de Maria Callas y el pellizco de ver a Ángela Molina entonar El hijo de mis quereles mientras suena en un reproductor cercana la voz de Antonio Molina, su padre, cantándola.
En la rueda de prensa posterior a su presentación, Ángela Molina ha apostado por afrontar este final de la vida “con una sonrisa de agradecimiento”, porque, sostiene, “la vida y el amor son más fuertes”, al tiempo que ha defendido la “responsabilidad” de cada quien a la hora de afrontar ese camino final acorde a su “propia dignidad” y la importancia de que pueda hacerlo tal y como desee, idea que flota en una película que, no obstante, ofrece más dudas que certezas y no escatima al evidenciar la frialdad, a pesar de las comodidades y el ambiente agradable que se esfuerzan en generar, del proceso de muerte asistida, y por qué no también, de cierta frivolidad que acompaña a la industria en general de las pompas fúnebres.
“No se trata de querer ser provocador, pero sí llevar las cosas a lugares donde se hagan preguntas”, ha señalado por su parte Marques-Marcet, quien reconoce que desde los primeros pasos del guion buscaban un enfoque narrativo y visual “arriesgado” para el que es su cuarto largometraje.
Más sobre el amor que sobre la muerte versa esta cinta para su protagonista masculino, Alfredo Castro, actor y director de teatro que también en esta ficción encarna un director teatral. El chileno ha enfatizado los diversos temas que se abordan en esta “película coral”, al tiempo que ha lamentado cómo la eutanasia resulta “un tema tabú” en aquellos países donde no se recoge este derecho en su legislación, caso del suyo, donde actualmente se encuentra a debate en el Congreso.
Por su parte, Maria Arnal se ha referido al reto que ha supuesto componer los temas de la película “sin saber qué voz las cantaría”, pues se trató de algo previo al casting. Precisamente Arnal ha sido protagonista en la gala de inauguración de este viernes, que ha presentado la periodista Mara Torres. La artista ha interpretado la canción Negro infinito, incluida en la banda sonora, acompañada por las bailarinas de La Veronal Ariadna Montfort y Lorena Nogal, esta última flamante Premio Nacional de Danza 2024 compartido con Luz Arcas.
Una gala que ha servido para que el presidente de la Academia de Cine de España, Fernando Méndez-Leite, reciba la Espiga de Honor de Seminci, galardón que le ha entregado su hija Clara Méndez-Leite y el productor Gerardo Herrero.
LOS AÑOS NUEVOS PODRÁ VERSE EN CINES
Tras darse a conocer en Venecia, Los años nuevos se ha presentado por primera en España en Seminci, hasta donde se ha desplazado su equipo para anunciar la intención de que antes de su estreno en Movistar Plus+, la serie pueda verse en salas de forma limitada antes de llegar a la plataforma, en la que se colgará en dos tandas.
Protagonizada por Iria del Río y Francesco Carril, esta miniserie de diez episodios que llegará a la pequeña pantalla el 28 de noviembre, aborda una historia de amor a lo largo de una década vista de año en año en cada nochevieja.
Sorogoyen ha reconocido el largo trabajo de preproducción, de tres años antes de poder empezar a rodar, concebido inicialmente para otra plataforma que, finalmente, rechazó el proyecto antes de recabar en Movistar Plus+.
Por su parte, tanto Carril como Del Río han subrayado la enorme química surgida entre ambos durante el rodaje —inmortalizado además en la película Volveréis de Jonás Trueba—, a pesar de no conocerse previamente, e incluso han reconocido que no necesitaron recurrir al equipo de intimidad para el rodaje de las intensas escenas de sexo que muestra la serie, dado que “desde el principio hubo la confianza suficiente para poner los límites”, ha verbalizado la actriz.
Sobre esa inclusión del rodaje en la cinta de Trueba, Carril ha explicado que el director le propuso interpretar el rol que finalmente recayó en Vito Sanz, pero ante la imposibilidad de hacer el trabajo por hallarse en el rodaje de Los años nuevos, surgió la idea de hacer de esta situación una parte más de la trama.
Ya en el plano internacional, entre las cintas que se han presentado en esta primera jornada de la 69 Seminci destaca la iraní Mi postre favorito, una tierna historia sobre la soledad y el amor en la vejez con los estrictos corsés morales que impone el régimen islámico como telón de fondo, una crítica social que ha impedido a sus responsables viajar hasta Valladolid con la película, pues las autoridades del país asiático les han retirado el pasaporte.
El filme, Premio Fipresci en la última Berlinale, narra la vida en soledad de Mahin (Lili Farhadpour), septuagenaria repleta de vitalidad a pesar de sus achaques físicos que vive sola en su casa de Teherán después de enviudar y de que sus hijos emigraran a Europa. Esta película de Maryam Moghaddam y Behtash Snaeeha, que ya se llevaron el galardón a la Mejor Dirección en la 66 Seminci con El perdón, está cargada de humor y de reivindicación hacia la libertad femenina, desde las conversaciones desinhibidas que Mahin mantiene con sus amigas, hasta el coraje con el que se enfrenta en un parque a la policía de la moral que se dedica a cazar jóvenes sin velo o sin el vestuario adecuado. En su búsqueda del amor, Mahin, que decide empoderarse y dar el primer paso, conoce a Faramarz (Esmaeel Mehrabi), un taxista de su misma edad que padece el mismo mal de soledad y al que deciden poner remedio juntos y disfrutar de una noche romántica, a la par que hilarante, a despecho de las normas del régimen persa, pero con un sorprendente y amargo giro que huye de la simpleza del fueron felices y comieron perdices.
Una tragicomedia de poco más de media hora sobre la soledad, el amor y el sexo en la tercera edad, o las segundas oportunidades en la que encaja a la perfección la denuncia hacia la situación política y económica del país, lo que a la postre ha alejado a sus responsables de Valladolid este viernes.
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