Poeta y soñador, romántico y sencillo
Es Cristian, pero no Castro. Es Báez, pero no Joan. Es colombiano, pero no Juanes. Y sin embargo, no ha de envidiarlos demasiado en talento, quizá sólo en éxito y relevancia, dos cualidades que por trabajo y calidad merece y que quizá el tiempo le acabe dando.
Poeta y soñador, romántico y sencillo. Así se define el músico Cristian Báez en Déjame ser, una balada romántica con aires de bachata que podría firmar Romeo Santos y que invita a bailar y a dejarse llevar por ese ritmo que, aun melancólico, incita a mover los pies.
Afincado en Madrid, este colombiano se mantiene fiel a los sonidos característicos de la música latina mezclados con los acordes más universales del pop, tendiendo puentes entre ambas orillas del charco. Desde la cumbia en No necesito que me quieras, hasta las melodías mezcla de mariachi y rock de temas como Cuando sean las doce, donde al cerrar los ojos uno cree estar escuchando a su tocayo Castro.
Ni tan consagrado como el mexicano ni como su compatriota Juanes, al que podríamos escuchar perfectamente en composiciones que invitan a enamorarse como Blanco aguacero, Cristian Báez ofrece un mosaico de pistas románticas que van del pop a las influencias más autóctonas de su continente, cuyas esencias no abandona a este lado del Atlántico, donde al margen de disfrutar de su música a través de las plataformas, tenemos el privilegio de poder verlo en directo con afortunada frecuencia.
Así como Natalia Jiménez y su Quinta Estación hubieron de dejar atrás Madrid para lograr el éxito en lo que todavía se llamaba Distrito Federal, sería deseable que el viaje transoceánico de Báez hasta la vieja Europa sirviera para darle la notoriedad artística que sus canciones reclaman. Un artista hecho de Sangre y Sal con el que acompañar, sin duda, una noche romántica, una tarde de desamor o una mañana resacosa de pasión.
Títulos como Yo no soy tu enemigo, Para olvidarla o Tesoros en el cielo, hechos para disfrutar sin prisa, acompañados con una copa de vino tinto, o de un tinto colombiano, ese café oscuro e intenso cuyo aroma resulta aún más estimulante con los ritmos de este artista que canta al desamor lo mismo con una guitarra eléctrica que con una acústica, con acordes de rumba, de pop o de bachata.
Un nombre y un apellido muy musicales por separado que combinados definen una fórmula para no olvidar. Cristian Báez, una voz capaz de hacer castillos y serenetas en el cielo.
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