Paz Vega: "Lo que más me gustaría es poder dedicarme a escribir y dirigir con una continuidad"
La actriz y realizadora, dos trabajos que no volverá a hacer a la vez, presenta en Seminci su ópera prima, ‘Rita’, drama íntimo sobre la violencia de género en el que destaca la actuación de sus protagonistas infantiles
El portugués Miguel Gomes propone un viaje por el sudeste asiático entre la fábula y el cine clásico en ‘Grand Tour’, mientras Tyler Taormina plantea una postal navideña en el extrarradio muy coral e intergeneracional
Rita está deseando que la lleven a la playa. Su hermano Lolo sueña con una bicicleta. Es verano en Sevilla, un tórrido verano de 1984 en el que España está jugando la Eurocopa de Francia, donde los de Miguel Muñoz llegarán hasta la final para caer en ella ante la anfitriona. Pero nada de eso importa en la vida de Rita, que está esperando a que su padre decida que van a la playa. Porque en esa casa, como en casi todas las de aquel entonces, se hace lo que dice papá, aunque Rita no entienda por qué a de ser así.
Con estos mimbres ha construido Paz Vega su ópera prima como directora, Rita, una cinta que habla del papel de la mujer y los primeros signos de rebeldía en aquellos (añorados por algunos) años 80, así como de la violencia machista desde el punto de vista de otras de sus víctimas, los niños, pero sin perder de vista lo “luminoso”.
Tras pasar por los festivales de Locarno y, más recientemente, Chicago, la cinta ha llegado ahora a Valladolid, donde se ha presentado fuera de concurso en la Sección Oficial de su Semana Internacional de Cine, la Seminci, estreno nacional de esta cinta en la que Vega ha invertido ocho años y que le ha servido para descubrir su verdadera vocación: la dirección.
“Lo que más me gustaría a partir de ahora es poder dedicarme a escribir y dirigir con cierta continuidad lógica que me permita vivir (…). Ojalá con la siguiente no tarde tantos años en levantarla”, ha subrayado la realizadora sevillana en la rueda de prensa del festival, donde ha confesado incluso, aunque sin dar más detalles, que ya tiene el guion de la próxima. Sin embargo, admite que dada a complejidad de poner en marcha una producción, la interpretación seguirá siendo una actividad frecuente en su vida.
NO VOLVERÁ A ACTUAR Y DIRIGIR A LA VEZ
Trabajo delante de las cámaras que, precisa, también disfruta y quiere seguir haciendo, aunque sí aclara que lo no volverá a repetir la experiencia de actuar en una cinta dirigida por ella misma. “Autodirigirme es lo que menos he disfrutado. A la Paz actriz la he disfrutado menos, tengo claro que no lo volveré a hacer”, ha señalado ante las preguntas de los medios de comunicación acreditados.
Sobre esta vocación, remarca que ya desde antes de subirse a un escenario ejerció de directora teatral, concretamente en el colegio, lo que interpreta como una prueba de que su vocación estaba ahí, aunque luego optara por desempeñarse como actriz ante su carencia de estudios y formación como realizadora. Sin embargo, remarca que con la experiencia atesorada durante estos años en rodajes nacionales e internacionales se ha sentido por fin preparada para asumir no sólo la dirección, sino también la redacción del guión, que si bien recoge una trama de ficción, se rodea de un espacio-tiempo muy próximo a la artista. “Las imágenes están construidas sobre la Sevilla que he vivido”, explica, pues en ese 1984 en que ha ambientado Rita, ella tenía la misma edad que su protagonista, siete años.
Una experiencia previa (más que convalidable) como actriz que ha tenido muy presente a la hora de conducir el set de rodaje, que para ella tiene que ser siempre para el actor al que querer ir porque se pasa bien, premisa que ha intentado conseguir para el equipo de su ópera prima, con la complejidad añadida de contar en el presencio con una numerosa y destacada presencia infantil en escenas, en ocasiones, duras por su temática.
Rita cuenta el verano de una familia sevillana desde los ojos de Rita (Sofía Allepuz), quien vive con su hermano Lolo (Alejandro Escamilla); su madre, la propia Paz Vega, y su padre, un taxista malhumorado y machista al que da vida Roberto Álamo. Las vejaciones verbales de Álamo a su mujer, junto a maltratos físicos que se quedan fuera del campo visual pero no sonoro, llevan al hartazgo a la esposa, quien pese a los machacones mensajes que le repite en la radio El consultorio de Elena Francis (ése sería el último año de emisión de aquel pilar del sometimiento a la mujer en el franquismo), decide acogerse al recién estrenado divorcio, a pesar de que, como se refleja en el caso de una de las vecinas del barrio, aquellas mujeres que disolvían su matrimonio habían de soportar todavía un profundo estigma social.
Y es que pese a que la situación de violencia machista que soporta la madre de Rita se repite tristemente en la actualidad para demasiadas mujeres, la cinta evidencia el cambio de conciencia social que se ha producido al respecto, una forma, acaso deliberada, acaso accidental, de poner frente al espejo esa década a la que tanto viaja la nostalgia últimamente y que ha provocado no pocos debates sobre la libertad de entonces y la de ahora.
“Quería contar esta historia desde un lugar luminoso”, ha defendido Paz Vega, quien ha buscado “huir del morbo” de la violencia y poner la óptica “en la inocencia de los niños” y en que prevalezca, a pesar de que los acontecimientos narrativos no lo ponen precisamente fácil, un “sentimiento de esperanza”.
Quizá por ello, mientras Rita saca de su interior una madurez impropia de su edad para ayudar a su madre cuando ve el rostro más despreciable de su padre —insensible también a la angustia de su hijo cuando lo obliga a nadar sin flotador en la piscina—, es capaz al mismo tiempo de entregarse a su propia historia de amor, en este caso con Nito (Daniel Navarro).
Ha sido este trabajo con los niños, que se desempeñan con más que solvencia frente a la cámara, el que ha determinado el ritmo del rodaje, no sólo por la normativa legal en cuanto a sus jornadas, sino por las pausas entre secuencias para descargar el contenido de las mismas. “En los cortes había que intentar ser actor dramático y payaso para hacer que estén cómodo. Nunca me había sucedido, había trabajado antes con niños pero no de manera tan intensa”, ha indicado al respecto Roberto Álamo. Algo que el equipo adulto ha conseguido a tenor de las palabras de Allepuz durante la rueda de prensa, para quien el rodaje ha sido “un juego”. “Espero que me dejen repetir”, ha añadido.
"LA PELOTA ESTÁ EN EL TEJADO DE ELLOS, NO DE NOSOTRAS”
Sobre la temática de la cinta, su realizadora advierte de que no pretende “dar respuestas”, pero sí “mandar el mensaje” de que la responsabilidad para combatir esta lacra recae en los hombres y no en las mujeres. “La pelota está en el tejado de ellos, no de nosotras”, ha remarcado Vega aludiendo a una escena del filme en el que Nito debe elegir entre un corazón y una navaja que le ofrece Rita.
También ha buscado la cineasta homenajear a las mujeres de la generación de su madre que allanaron el camino a las que venían detrás. Así, si remarcable es la pregunta de Rita —“¿por qué tiene que ser cuando diga papá?”, no lo es menos la lección que su madre le regala en otro momento de la hora y media de cinta: “No dependas de nadie”. “Somos las mujeres que somos porque nuestras madres hicieron ese click para que no lo fiáramos todo al matrimonio como ellas”, ha subrayado la sevillana.
Otras dos películas que se han presentado este domingo y que compiten en la Sección Oficial de Seminci han sido Grand Tour, lo nuevo del portugués Miguel Gomes, y Christmas Eve in Miller’s Point, del estadounidense Tyler Taormina. En la primera, Gomes propone un viaje por el sudeste asiático entre la fábula y el cine clásico, mientras Taormina plantea en la segunda una postal navideña en el extrarradio de Nueva York que resulta muy coral e intergeneracional.
Grand Tour, película que representa a Portugal en la carrera al Oscar y que cuenta con coproducción de Italia y Francia, narra la historia de Edward (Gonçalo Waddington), un funcionario del Imperio Británico que, el día que su prometida Molly (Cristina Alfaiate) llega a Birmania, entra en pánico y huye a través de Singapur, el reino de Siam, la Indochina francesa, Japón y China, siempre con su prometida pisándole los talones. Gomes ha partido de la lectura de un diario ficcionado de Somerset Maugham, autor de El velo pintado o El filo de la navaja, para desarrollar su particular noción de la aventura en esta imaginativa cinta que combina el blanco y negro y el color, las imágenes de estudio con tintes de fábula y en los escenarios reales en la actualidad, ambas intercaladas con imágenes del teatro de títeres oriental para aportar riqueza etnográfica a la cinta. Todo con una sugerente fotografía y una banda sonora envolvente que abraza al espectador durante cerca de dos horas.
En declaraciones ante la prensa, Miguel Gomes (que en 2018 presidió el Jurado Internacional de la Semana vallisoletana) ha defendido que el objetivo del rodaje fue el de mostrar “la locura y la belleza que es el mundo en un tiempo en el que, por culpa de “Google Maps” resulta “muy difícil deslumbrarse con el mundo”. También querían jugar con la perplejidad de los personajes en su viaje, frente un tipo de películas en la que éstos “van muy lejos pero lo entienden todo perfectamente al llegar”.
Autor de títulos como Tabú (2012) y Las mil y una noches (2015), Gomes ha recordado en Valladolid su pasado como crítico, que nunca deseó y al que llegó por ser “mal estudiante” en la escuela de cine. “Me pusieron en producción y no me dejaban participar en los rodajes”, ha explicado, motivo por el cual cambió de ocupación hasta que pudo ser director. En este sentido, agradece poder escribir ahora sobre aquello que le gusta del cine, ya que entonces tenía “fama de ser un crítico muy severo”.
Por su parte, Christmas Eve in Miller’s Point ofrece una amplia introspección de la sociedad —a través de una familia italoamericana que se reúne para cenar en Nochebuena— desde sus diferentes puntos de vista generacionales, una “foto amplia” de personas que se integran en una comunidad, como ha señalado su director, reflejo, ha admitido, de la “frustración” que siente por no poder conocer más que un grupo reducido de personas.
Desde ese dolor hacia la separación interpersonal que, a su juicio, impera en Estados Unidos, Taormina —cuya cinta Happer’s Comet pasó por a sección Tiempo de Historia de la 67 Seminci— ofrece una postal navideña en la que exploramos las relaciones de amistad y amor de los más jóvenes, los retos y tensiones que deben afrontar los adultos cuando sus padres alcanzan la edad en que se convierten en dependientes, o el desarraigo de una parte de la población, todo ello contado con toques de humor y una puesta en escena muy creativa. Una cinta en cuyo amplio reparto destacan Michael Cera, Sawyer Spielberg, Maria Dizzia, Matilda Fleming, Elsie Fisher, Gregg Turkington, Francesca Scorsese y Ben Shenkman.
Junto a esto, la película muestra el desencanto del director, de 34 años, hacia el modelo de vida del extrarradio norteamericano, en el que él mismo se crío y que supuso “la huida de la población blanca para vivir su utopía” lejos de la diversidad racial de los barrios más urbanos, con el automóvil como elemento “de supremacía de unos sobre otros” que “ha moldeado la historia del país”.
“Esta película refleja la relación que tengo con Estados Unidos, de amor y la vez de tristeza por la realidad del país”, confiesa el cineasta neoyorquino, quien además rechaza el concepto de la ironía en el arte por considerar que puede resultar “muy elitista y frío”.
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