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Foto del escritorJuan Martín Salamanca

"Ningún barrio se merece que no haya librería"

Feli Corvillo, responsable de la Librería Polifemo en Madrid, atesora más de medio siglo de oficio, desde que comenzara como chica de los recados con sólo 13 años en la desaparecida Oxford del Paseo de la Habana


Celebramos con ella el Día de las Librerías 2024, repasamos su trayectoria y hablamos de futuro: "No sé qué hubiera sido de mí de no estar en la librería"


Feli Corvillo consulta un ejemplar en su librería. CULTURA Y TAL

“El barrio se construyó en los años 60. Éste es de los primeros comercios que se abrieron, de los pocos que sigue siendo librería y en el que sigue estando la misma persona”. Feli Corvillo es historia de Parque de las Avenidas, el vecindario de La Guindalera en el que regenta desde 1980 Polifemo, su librería. Pero ella estaba desde antes. Cuando el negocio se llamaba Oxford y los patrones eran otros, ella ya era la encargada. Desde 1968 lleva al frente de este templo de los libros de amplio, vistoso y trabajado escaparate ubicado en el número 44 de la Avenida de Bruselas. Con ella celebramos el Día de las Librerías, cita que se conmemora cada 11 de noviembre para subrayar la importancia de estos establecimientos.


“Recuerdo especialmente el del año 20. Nos sorprendió el barrio”, recuerda emocionada mientras explica que sus vecinos —ella reside enfrente de su librería— se movilizaron para apoyar la supervivencia del negocio, preocupados ante la posibilidad de que la pandemia, que obligó a cerrar los comercios durante semanas, se lo llevara por delante. Especialmente activas fueron las familias del cercano Colegio Menesiano. “Vinieron con los niños a comprar un libro —cuenta—. Como no podían estar a la vez más de seis o siete personas en la librería, tuvieron que hacer cola fuera y se formó una fila larguísima, pensé que tendría que venir la Policía”, reivindica en esta conversación con Cultura y tal realizada en la planta de abajo de Polifemo, donde Ramón, su marido, se encarga de la editorial homónima, especializada en historia, al igual que la tienda (aunque en sus estanterías hay de todo). Su fuerte es la historia de América, pero también presume entre sus títulos más vendidos aquellos relacionados con la época de Al Andalus o con la presencia española en Filipinas, quizá de los episodios más desconocidos cuando se habla del pasado imperial hispánico.


Cuando Polifemo abrió en 1980, Ramón y ella comprendieron que tenía que diferenciarse de otras librerías para subsistir. El anterior establecimiento, sucursal de la recordada Librería Oxford, tuvo que cerrar, al igual que su matriz del Paseo de la Habana, en Chamartín. “Sabía lo que no había que hacer. No había que cometer los mismos errores”, señala Corvillo, quien llegó con sus padres a Madrid durante el éxodo rural que se agudizó en España en los 60. Sin posibilidad de estudiar, comenzó a trabajar de chica de los recados de la librería con 13 años. Allí su jefe la animó a compatibilizar su labor con clases nocturnas. Más tarde cursaría la formación como librera que impartía la Biblioteca Nacional. Cuando tenía 16 años, las circunstancias hicieron que los responsables de Oxford confiaran en ella la gestión de la nueva tienda que abrían en el floreciente barrio de Parque de las Avenidas, la expansión de La Guindalera madrileña durante el desarrollismo.


“Aprendí un oficio. Entré de niña de los recados con 13 años y de ahí fui escalando todo lo que puedes hacer en una librería, desde llevar los ejemplares a las casas, fichar los libros, limpiar…”, recuerda, al tiempo que subraya la ayuda brindada en estos años por sus parroquianos, entre ellos de renombre, como el escritor y editor Antonio Basanta (Madrid, 1953), un “lector increíble” que le enseñó “a descubrir a los autores”. “Yo siempre me sentí muy querida y apoyada por los clientes”, algunos de los cuales lo siguen siendo de generación en generación. “Conozco a los niños, a los nietos, a los abuelos…”, remarca.


Echando la vista atrás, Corvillo repasa la evolución del sector editorial que le ha tocado vivir desde su establecimiento, como la irrupción de las colecciones de bolsillo de Austral o Alianza Editorial, que “abrieron un mundo”. “Ahí empezó el sector del libro a cambiar. Luego llegaron Barral, Península…”, rememora. De esos primeros años destaca algunas de las lecturas que le marcaron, como Pearl S. Buck y su Viento del este, viento del oeste (1930), Pío Baroja y Las inquietudes de Shanti Andía (1911); José Luis Martín Vigil, del que ensalza especialmente La vida sale al encuentro (1955) y Una chabola en Bilbao (1960), aunque no duda al responder que la novela que más ha releído es Madame Bovary (1856), el clásico de Gustave Flaubert.


“APRENDÍ QUE EL LIBRO TE AYUDA EN MUCHAS COSAS”


“Yo descubrí gente muy buena en la literatura, aprendí que el libro te ayudaba en muchas cosas”, sostiene Corvillo, quien tiene a gala ser firme defensora y recomendara de la flamante Premio Nobel de Literatura Han Kang, desde que llegó a su librería, allá por 2017, La vegetariana (en edición de la desaparecida editorial Rata de Iolanda Batallé, hoy reeditada por el gigante Radom House). Un libro que la fascinó y que comenzó a recomendar activamente. “Habré vendido más de 300 ejemplares antes del premio”, se vanagloria.


En 1992, Polifemo editó su primer catálogo, un compendio de bibliografía de libros escritos por extranjeros que habían visitado España en muy distintas épocas. Una petición del Ministerio de Cultura para una exposición que estaba preparando. “Funcionó muy bien, a raíz de eso comenzamos a hacer más catálogos”, señala mientras exhibe varios de ellos, cuidadas encuadernaciones que incluyen mimadas ilustraciones y que, a pesar de ser revistas gratuitas que distribuían en ferias y eventos, han llegado a encontrar tiempo después a la venta en algunos lugares, confiesa entre risas.


“Fue la manera de especializarnos. No íbamos a la Feria del Libro a vender novelas, íbamos a captar clientes para nuestras secciones”, insiste Feli Corvillo, que cita entre sus catálogos más exitosos uno doble titulado Mil libros sobre América. “Ese catálogo nos dio a conocer muchísimo. Todo el que quería algo de América venía”, asegura. Aquel éxito trajo un regalo envenenado. Cuando se presentaron al concurso para la gestión de la librería de Casa de América, su prestigio los ayudó a obtener la concesión, pero la experiencia no salió bien. “Ojalá no nos la hubieran dado, estábamos en un emplazamiento que cada dos por tres nos cerraban para montar exposiciones. Tuvimos que cerrar. Fue una experiencia muy triste para nosotros”, asevera. Sin embargo, su amplio fondo bibliográfico sobre la historia del continente americano se fue con ellos a los cuarteles generales de la Avenida de Bruselas. "Aquí nos funcionó muy bien, por aquí ha pasado gente muy importante del americanismo”, advierte. 


Con cuatro décadas de trayectoria y bregada ya en la supervivencia frente al libro electrónico o la irrupción de Amazon, a Polifemo (como a todos) le tocó afrontar un nuevo imprevisto que lo trastocaría todo: una pandemia. Su página web se convirtió entonces en su nexo con los clientes y Ramón se pateó los portales del vecindario para dejar en ellos los pedidos, aquellas entregas con mascarilla y sin contacto que hoy parecen tan lejanas. Sin embargo, al llegar noviembre de aquel año terrorífico, Feli y su marido recibieron otra ola, pero de reconocimiento y cariño, por parte de sus vecinos. “Fue un apoyo tan increíble el de aquel Día de las Librerías. Nos sorprendió el barrio”, recalca Corvillo, que incide en la movilización de los clientes ante “la pena que les causaba que la librería pudiera desaparecer”. “Nos ayudó a darnos cuenta del apoyo tan impresionante que las librerías estábamos recibiendo”.


Además, las restricciones de movilidad en los primeros alivios del confinamiento, cuando se permitía salir por zonas acotadas en torno al domicilio, favoreció que incluso residentes de la zona más antigua de La Guindalera, en torno a la calle de Francisco Silvela, que no frecuentaban estas calles, los descubrieran.


Corvillo observa los expositores de su librería ante la mirada de Camino, empleada de Polifemo. CULTURA Y TAL

Desde entonces, y aunque el Día de las Librerías no suponga lo que representa a nivel comercial el Día del Libro, cada 11 de noviembre es especial en Polifemo. En concreto, para este lunes han preparado una jornada en torno a la literatura y la pintura de la mano del pintor y grabador murciano Vicente Chumilla, el cual conducirá un coloquio que versará sobre pintores que escriben y escritores que pintan, indica Feli Corvillo mientras muestra algunos de los ejemplares que decorarán su librería ese día, con títulos que van desde el arte de Leonardo da Vinci al de Miquel Barceló, y todo con un vino posterior para bendecir esta unión artística, añade.


Respecto a la amenaza del libro electrónico, admite el miedo inicial, abonado por mucho agorero que acudía a la librería con funestos vaticinios, pero subraya que tras aquel temor, se demostró que “el lector quiere papel” y que hay espacios para ambos formatos. También se muestra optimista con el resultado de la batalla frente a Amazon y plataformas similares. “Hubo un momento que parecía que lo tenía todo, pero yo no oigo ya tanto eso de bueno, pues se lo pido a Amazon. Creo que se ha pasado un poco la moda”, opina, al tiempo que se muestra crítica con una parte de su gremio por contribuir al desarrollo de ese modelo de negocio. “En muchos casos esas plataformas se nutren de las librerías, alimentamos al monstruo al entrar a vender ahí”.


Tampoco elude el debate sobre si hay o no un exceso de publicaciones por parte de las editoriales en este momento, sobre lo cual pide respeto para el trabajo que realizan los sellos y apunta a la libertad que tiene el librero para decidir qué libros quiere o no en su librería. “Yo elijo, el problema es mío si elijo mal. Quién soy yo para decirles a las editoriales si publican demasiado, es como si a mí me dicen que tengo muchos libros”, sentencia, al tiempo que defiende que actualmente se vive “un siglo de oro de la edición en España” con “cientos de editoriales de todos los tamaños haciendo un trabajo espléndido”.


PENSANDO EN EL FUTURO


De cara al futuro, y a sus 72 años, Feli Corvillo admite que no puede retrasar mucho más su jubilación, que sitúa dentro de uno o dos años como máximo, con interesantes proyectos a desarrollar tras cerrar esta etapa, aunque con la incertidumbre de qué será de su librería. “El problema es que el local no es nuestro, la empresa propietaria no quiso venderlo nunca. No me daría más pena en el mundo que desapareciera”, advierte, al tiempo que cree que el barrio se quedaría “cojo” sin la librería. “Ningún barrio se merece que no haya librería”, sostiene, al tiempo que admite que no podría seguir viviendo frente a este establecimiento si tuviera que verlo convertido en otro negocio.


“Me gustaría tener un broche, no cerrar de mala manera. Ahora que todavía tenemos fuerza, querríamos poder cerrar bien la librería, que nadie salga perjudicado, que se la quede alguien y la continúe como quiera, aunque ésta ya muy hecha de una manera, con un fichero de clientes muy concreto”, puntualiza. “Está muy anclada en esta esquina. Es de los primeros comercios que se abrieron en este barrio. Es una librería muy hecha, con mucho nombre. Que no fuera factible que se pudiera quedar me dolería mucho, el barrio no se lo merece”, añade Feli, que remarca lo mucho que le debe a su oficio. “No sé qué hubiera sido de mí si no hubiera estado en la librería”.


En cualquier caso, Ramón y ella ya contemplan un futuro lejos de Madrid. Sin librería, pero no sin actividad cultural. Poseedores de una mastodóntica biblioteca personal, esperan poder poner en marcha una fundación en un municipio de la España rural con nombre vinculado para siempre al teatro y a Lope de Vega. Se trataría de un espacio que no sólo albergaría todos sus fondos, sino que también serviría de centro de exposiciones y polo cultural, queriendo contribuir de ese modo a revitalizar la zona y no sólo mudarse ahí para retirarse.


“Estamos en ello, nos hace mucha ilusión. Yo quiero volver a la raíz. Me gustaría volver al pueblo y poder tener una vida de otra forma y aprovechar para estudiar, me gustaría ir a la universidad que no lo he podido hacer”, concluye Corvillo, quien por supuesto querría estudiar Historia.


Puedes escuchar la entrevista a Feli Corvillo con motivo del Día de las Librerías en nuestro pódcast.

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