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Foto del escritorJuan Martín Salamanca

Mohammad Rasoulof: "La libertad que busco sigue sin existir, lo que más deseo es estar en mi país y trabajar"

El director iraní, que ha plasmado las protestas por la muerte de Mahsa Amini en 2022 en La semilla de la higuera sagrada, recoge este miércoles en Valladolid la Espiga de Honor de la Seminci


Mohammad Rasoulof (izquierda) durante su rueda de prensa en Seminci. CULTURA Y TAL

El director de cine iraní Mohammad Rasoulof (Shiraz, 1972) está en Valladolid, donde este miércoles recibe la Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine, la Seminci, que no pudo recoger en 2018, cuando se encontraba bajo arresto domiciliario por el régimen de los ayatolás. Tras abandonar su país después de ser condenado a ocho años prisión y flagelación por delitos contra la seguridad nacional, el cineasta reconoce que la libertad que busca “sigue sin existir” y defiende que su deseo es poder volver algún día a Irán y realizar allí su trabajo.


“Esa libertad que busco sigue sin existir, lo que más deseo es estar en mi país y trabajar ahí, pero no puedo, anhelo esa libertad que no puedo alcanzar”, ha explicado a los periodistas en una rueda de prensa previa al acto de entrega del galardón y proyección de su última cinta, La semilla de la higuera sagrada, en el Teatro Zorrilla de Valladolid, un filme que logró el Premio del Jurado y Fipresci en el pasado Festival de Cannes y en la que recoge las protestas en Irán tras la detención, tortura y muerte de la joven Masha Amini por no llevar correctamente el velo como dicta la ley islámica del país persa.


Sobre estos hechos, que él vivió en prisión, Rasoulof advierte que el estallido social en Irán, protagonizado especialmente por jóvenes y mujeres, no se debió solo a la imposición del hiyab, sino a un deseo de la población “de decir basta ya”. A pesar de la imposibilidad de regresar a su país, el realizador de La vida de los demás (Oso de Oro en Berlín en 2020) se muestra esperanzado y asegura que “todo está cambiando”.


Pese a ese deseo de volver a Irán y trabajar allí, el cineasta, que desde mayo vive exiliado en Alemania, no descarta dedicar su próximo proyecto a abordar cuestiones que no tengan que ver con Irán, aunque advierte de que le gusta dejar una distancia entre una cinta y otra, por lo que no se pone fecha para un nuevo título.

Una escena de 'La semilla de la higuera sagrada'. SEMINCI

En La semilla de la higuera sagrada, Rasoulof utiliza la intimidad de una familia para ofrecer mostrar aquel estallido contra el régimen de Teherán. La trama se centra en un abogado que trabaja para el gobierno persa, pero que empieza a cuestionarse su adhesión al poder mientras en su familia se desatan los conflictos, un retrato para el que tomó inspiración de uno de los funcionarios de la prisión donde se encontraba recluido entonces, el cual le confesó el rechazo de su mujer e hijas por su empleo y lo sumió en un profunda crisis, hasta el punto de “pensar en el suicidio”, según le confesaría aquel guardia al cineasta.


A partir de ahí, comenzó a imaginar “cómo sería la forma de pensar” de esa gente que “trabajaba para el enemigo”. “Tuve la suerte —curioso calificativo el que ha utilizado el realizador— de estar durante muchos años con esa personas que hacían censuras, experimentar su forma de sentir, de preguntar y de responder, de familiarizarme con ese estado psicológico que llevaban encima”, ha abundado.


Una vez en libertad, lo primero que hizo, ha detallado, fue “investigar y ver lo que la población había visto” a través de todos esos testimonios audiovisuales que quedaron registrados en internet y las redes sociales, a fin de conocer lo ocurrido, eso que “tenía a este hombre tan triste en la cárcel”. A continuación, decidió incorporar dicho material a la película, el cual sería, admite, “muy difícil de reproducir en la ficción”.


En 2018, cuando el arresto domiciliario le impidió visitar Valladolid, la Seminci le dedicó un ciclo retrospectivo y un libro monográfico que recibió, ha reconocido, “emocionado”, al tiempo que se ha mostrado encantado de poder al fin recoger la Espiga de Honor, aunque haya tenido que esperar seis años para eso.


TRAYECTORIA Y PREMIOS


Rasoulof inició su carrera cinematográfica mientras estudiaba Sociología en la universidad, rodando documentales y cortometrajes. Su primer largo, Gagooman (2002), ganó el premio a la mejor película en el Festival de Fajr. Tres años después dirigió La isla de hierro, su primer largometraje de ficción, que se estrenó internacionalmente en el Festival de Cannes, dentro de la Quincena de Realizadores.


En 2009 regresó a la ficción con The White Meadows, que se estrenó en el Festival de San Sebastián. En 2010 fue detenido en pleno rodaje junto al también cineasta persa Jafar Panahi, tras lo cual fue condenado a seis años de prisión, pena que posteriormente se redujo a uno. 


En 2011 participó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes con Goodbye, que se alzó con el premio al mejor director y una mención especial del jurado. A Cannes volvería en 2013 para cosechar el premio Fipresci con Manuscripts Don’t Burn.


En 2017 ganó el premio principal de Un Certain Regard por A Man of Integrity. A su regreso a Irán se le prohibió oficialmente salir del país, sentencia que sigue en vigor, acusado de poner en peligro la seguridad nacional y de difundir propaganda contra el gobierno islámico.

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