La Sylphide vuelve a La Zarzuela en el estreno de Muriel Romero con la CND
El director Daniel Capps regresa al foso con la ORCAM en esta versión del ballet de Bournonville que la escenógrafa Petrusjka Broholm diseñó para Joaquín de Luz en 2023
Tras acoger su estreno hace ahora justo un año, el Teatro de la Zarzuela vuelve a recibir este jueves el montaje que la Compañía Nacional de Danza (CND) realizó de La Sylphide, el famoso ballet romántico del danés August Bournonville (1805-1879), en esta ocasión con Muriel Romero al frente de la compañía tras la marcha el pasado mes de agosto de Joaquín de Luz, su titular durante los últimos cinco años, lo que supondrá su estreno como directora artística de la institución.
Al igual que en diciembre de 2023, Daniel Capps estará en el foso para dirigir a la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM), agrupación titular de este teatro, en esta versión del clásico de Bournonville que podrá verse en Madrid hasta el domingo 22 y que la escenógrafa Petrusjka Broholm confeccionó para De Luz, entonces responsable de la CND.
“Joaquín y yo coincidimos viendo la versión de La Sylphide que hizo Peter Martins. Años después me llamó para que la pusiera en escena para la CND”, ha explicado la artista danesa, quien ya adaptó esta misma obra en el pasado para el New York City Ballet. Al tratarse de una pieza tan antigua, está libre de derechos a excepción de un único solo de baile que, al no conservarse el original, hubo de desarrollarse con posterioridad, por lo que sí está sujeto a derechos. Para solventarlo, Joaquín de Luz creó uno propio que forma parte de este montaje, “uno de los ballets más interesantes de Bournonville”, ha defendido Broholm.
Junto a ella, a la presentación a la prensa ha asistido Daniel Capps, quien subraya la “implicación exquisita de danza y música” que se da en este ballet, con el que la orquesta “siempre aprende” cada vez que lo interpreta. Se trata, ha explicado, de una composición escrita para Bournonville por el noruego Herman Severin Løvenskiold (1815-1870), un aristócrata apasionado por la música que, sin embargo, no era músico profesional, lo que se plasma en la partitura. “Obliga a tener que buscar ciertos recursos, pero a la vez lo hace interesante”, ha reflexionado.
El director de orquesta ha destacado también el peso de la narración en el ballet. “No hay virtuosismo gratuito, todo es la historia, como ocurre con Romeo y Julieta, pero este ballet se compuso cien años antes”, ha enfatizado Capps en alusión a la obra de Prokófiev estrenada en 1940 en el Teatro Kírov de San Petersburgo (entonces Leningrado).
La Sylphide, arquetípico ballet del Romanticismo, se ambienta en Escocia, donde la sílfide (papel interpretado por la bailarina italiana Giada Rossi) despierta con un beso al joven James (Yanier Gómez) mientras duerme. Cautivado por esta criatura de fantasía, se desentiende del matrimonio que está a punto de contraer con Effie, algo que intentará aprovechar Gurn, enamorado como está de ella. Entre tanto la bruja Madge, el personaje más fascinante de este ballet a juicio de Petrusjka Broholm, aprovechará la ocasión para vengarse de la sílfide.
Rossi, primera figura de la CND, ha destacado la técnica que requiere la obra de Bournonville, en la que “el peso del cuerpo hace el movimiento” y a la vez “aporta la ligereza para saltar” en un ballet donde los saltos están muy presentes. Por su parte, el cubano Gómez, miembro del elenco principal de la compañía, ha reconocido el “aporte” que esta obra ha tenido en su carrera, por tratarse de un ballet “muy exigente” a nivel técnico.
LA HISTORIA DEL BALLET
Compuesto en pleno apogeo romántico, La Sylphide se estrenó en el Royal Danish Theater de Copenhague el 28 de noviembre de 1836, utilizado el libreto de Adolphe Nourrit, que ya había sido llevado a los escenarios parisinos con otra composición musical que, a diferencia de la de Løvenskiold —que Bournoville encargó al no poder costear los derechos—, no se ha conservado. De hecho, en 1842 coincidieron en los madrileños teatros Del Príncipe y Del Circo las dos versiones de este ballet, con una llamativa rivalidad entre ambos montajes. Ya desde la década de los 20 del siglo XIX se habían estrenado por toda Europa diferentes ballets basados en un relato de Charles Nodier, Trilby ou le Lutin d’Argail (1822), de tintes góticos y reminiscencias del gran teatro isabelino y donde las leyendas de las Tierras Altas escocesas cobraban vida.
Durante la presentación, Muriel Romero ha confesado que asume esta propuesta, dentro de la programación de la temporada de la CND ya diseñada a su llegada al cargo, “por devoción” hacia el equipo anterior, y no por obligación. “Por devoción, respeto y admiración”, ha apostillado la coreógrafa murciana, cuya capital visitará precisamente este montaje el próximo 5 de abril (Auditorio Víctor Villegas).
Por su parte, la directora del Teatro de la Zarzuela, Isamay Benavente ha animado a los interesados en presenciar este ballet, que podrá verse en el escenario madrileño hasta el 22 de diciembre —el sábado 21 tendrá lugar la función accesible—, ha de darse prisa antes de que se agoten las entradas, señalando que “ya está casi todo vendido”, después de agotar localidades el año pasado.
La obra se divide en dos actos, con una duración de 30 minutos el primero y 40 el segundo, y para su puesta en escena ha contado como maestra de ballet invitada a la zaragozana Arantxa Argüelles, mientras Elisa Sanz firma el diseño de la escenografía, la rusa Tania Bakunova es responsable del vestuario —realizado por D’Inzillo Sweet Mode— y el chileno Nicolás Fischtel de la iluminación, mientras el maquillaje corre a cargo de Junior Cedeño, maquillador internacional de Dior.
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