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Foto del escritorJuan Martín Salamanca

La desigualdad de un mundo deshumanizado sintetizada en la jerarquía de una cocina

Alonso Ruiz Palacios despierta al público de Seminci con un filme extenuante que adapta al cine la dramaturgia de Arnold Wesker


Ariane Labed debuta en la dirección con la desasosegarte Septiembre dice, donde traslada a la pantalla la novela Hermanas de Daisy Johnson


Alonso Ruizpalacios (izquierda) presenta 'La cocina' en Seminci. CULTURA Y TAL

Cuando a Shakespeare le decían que el mundo era como un escenario, él respondía que más bien se asemejaba a una cocina. En 1957, el dramaturgo británico Arnold Wesker plasmó esta idea en su obra La cocina (The kitchen), obra que capturó al cineasta mexicano Alonso Ruizpalacios, quien además se encontraba trabajando como cocinero en un restaurante “no precisamente de estrella Michelin” en Londres. Desde ese momento comenzó a planificar en su cabeza la adaptación cinematográfica del texto. No pudo ser su primera película como pretendía, sino que ha tenido que esperar hasta el cuarto largometraje del realizador de Güeros.


En La cocina, película que compite en la Sección Oficial de la 69 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) y que se ha presentado este sábado, Ruizpalacios sintetiza en la cocina de un restaurante del centro de Manhattan, en Nueva York, toda la jerarquía social que preside el actual mundo repleto de desigualdad, de racismo y de alienación de los trabajadores.


La película, de dos horas y 20 minutos de metraje, combina juegos de planos de una plasticidad casi poética con secuencias caóticas que ponen al espectador al borde de la crisis nerviosa, una alternancia que Ruizpalacios planteó como si se tratase de una composición musical, con una obertura en el que los planos —siempre en blanco y negro para darle “temporalidad” y un tono de “fábula”, salvo en dos escenas donde se cuela una pizca de color— se desdibujan, o un adagio a modo de tercer acto para dar oxígeno a una caótica escena de cocina con el suelo inundado de Cherry Coke.


Escena de 'La cocina'. SEMINCI

Desde el inicio, la cámara nos presenta el viaje de Estela (Anna Díaz), una inmigrante mexicana que llega a la Gran Manzana sin hablar una palabra de inglés, hasta la calle 49, próxima a Times Square, donde se encuentra el restaurante The Grill donde comienza a trabajar como pinche (en el sentido español y no mexicano del término) por mediación de un paisano suyo, Pedro (Raúl Briones). Ya desde el principio, la deshumanización de los que ocupan los lugares más bajos en el escalafón social se hace patente cuando Estela debe aprovechar la oportunidad para suplantar a otra inmigrante mexicana que llega tarde a su entrevista de trabajo.


La competitividad, la territorialidad dentro de cada sección de la cocina y el afán por pisar al que está abajo para no ocupar la base de la pirámide serán una constante en la película, que gira en torno a las pesquisas del encargado del restaurante, a quien da vida Eduardo Olmos, tras la pérdida de una parte nada desdeñable de la recaudación del establecimiento, y la relación sentimental entre Pedro y Julia (Rooney Mara). De fondo, esa jerarquía, con el friegaplatos en lo más bajo de la escala, pasando por los miembros de la cocina, las camareras, el chef, el encargado y el propietario, un explotador tiznado de poco entusiasta paternalismo al que encarna Oded Fehr, va dibujando un panorama social desolador de un mundo al que son totalmente ajenos (al menos hasta el final de la película) los comensales del restaurante, en su mundo ideal de sabores.


Una desigualdad de la que son víctimas no sólo los migrantes, sino también negros y gringos blancos desheredados y condenados a soportar los rigores de The Grill. En este cuadro que evidencia los damnificados del monstruo capitalista, el racismo es uno de sus actores principales, aunque se trata de una lacra que practican con igual entusiasmo unos y otros, con mexicanos atraídos por la superioridad estética de las norteamericanas güeras, encargados chicanos obsesionados con borrar su herencia latina para ser admitidos en el círculo de la América blanca o propietarios de origen migrante que se valen de la irregularidad legal de sus empleados para esclavizarlos.


“EL RACISMO NO TIENE RAZA"


“El racismo no tiene raza, aunque haya unas que lo ejercen más, pero hay algo más complejo que tiene que ver con el capitalismo, con quien controla los medios de producción. Hoy en día la productividad es el valor absoluto, por encima de los valores humanos o de los sueños”, ha lamentado Alfonso Ruizpalacios durante la presentación de la cinta en Valladolid, que ha despertado con su ritmo al público semincero convocado a primera hora de la mañana en el Teatro Calderón.


Y entre medias, dos pinceladas de color muy significativas. Por un lado, el azul de la cámara frigorífica que representa el mundo interior (onírico) del personaje de Mara, y por otro el verde ¿de origen alienígena? que tiñe el final del filme, justo después de una escena de gran intensidad en la que se alcanza el clímax a la par que Pedro se rompe.


Como ha reconocido el director mexicano, fue necesario que los actores tomaran clases de cocina para poder actuar como el personal del mesón, creado ex profeso para la cinta, lo que obligó a diseñar antes el menú que ofrecerían para configurar adecuadamente el espacio, “tal como se hace con los restaurantes de verdad”.

También encontraremos en esta propuesta otro rostro conocido para el público español, como es el de la actriz dominicana Laura Gómez, quien en La llegada (Upon entry), de Juan Sebastián Vázquez y Alejandro Rojas, daba vida a una rigurosa funcionaria de inmigración norteamericana.


Escena de 'Septiembre dice'. SEMINCI

Adaptación es tan bien, en este caso de una novela, la película Septiembre dice, el debut en la dirección de la actriz grecofrancesa Ariane Labed, conocida entre otras actuaciones por sus trabajos con Yorgos Lanthimos. Alternando el formato de 35 y 16 milímetros a lo largo de 100 minutos, la cinta lleva a la pantalla el desasosegante libro Hermanas (Sisters), de Daisy Johnson.


En la cinta, que también compite en Sección Oficial, Julio (Mia Tharia), una joven con evidentes problemas cognitivos y víctima de acoso en el colegio, se refugia en la protección de su hermana Septiembre (Pascale Kann) a cambio de una docilidad absoluta y ante la ausencia (no física, pero sí a ratos emocional) de su madre (Rakhee Thakrar), una fotógrafa con una salud mental frágil desbordada ante la crianza de sus hijas en una familia de tres en el que el recuerdo del fallecido padre no es precisamente agradable. Tras un suceso sin resolver, la trama adquiere tintes góticos al tiempo que se traslada de ambientes urbanos a costeros, un paisaje agreste y un mar amenazante que refuerza el discurso narrativo.


Labed ha reconocido que el proceso de rodaje ha sido un “juego” en el que ha explorado y “hecho el tonto” para divertirse. La directora debutante ha explicado en la rueda de prensa posterior a la proyección que entre las razonas para la elección del libro de Hermanas para su ópera prima como realizadora estaba el hecho de que le permitía analizar “diferentes formas de familia”, aunque admite el reto que ha supuesto llevar al lenguaje cinematográfico el “aspecto poético” de la literatura de Johnson.


Por el set de prensa de Seminci han desfilado también en esta segunda jornada las actrices Victoria Luengo, Carmen Machi, Bárbara Lennie y Beatriz Grimaldos, quienes protagonizan Verano en diciembre, también ópera prima, en este caso de la dramaturga y actriz Carolina África, quien adapta a la pantalla —tres adaptaciones cinematográficas este sábado— su obra de teatro homónima, con la que ganó el Premio Nacional Calderón de la Barca en 2012.


Escena de 'Verano en diciembre'. SEMINCI

La cinta, que se ha proyectado fuera de concurso en Sección Oficial, aborda las tensiones y las vicisitudes de una familia íntegramente femenina en la que el drama y la emotividad se encaja con la comedia, aunque sin demasiado éxito. Es la actuación de sus actrices lo que más brilla en el filme, de hora y media de duración, con una Victoria Luengo de nuevo lanzándose al vacío para encarnar a Paloma, una joven disléxica con problemas de ansiedad y absorbida por el cuidado de su abuela aquejada de demencia, un papel que borda Lola Cordón con una humanidad y un verismo remarcables. También Teresa (Carmen Machi), la matriarca de la familia, carga sobre sí la ingrata tarea de los cuidados, primero de su fallecido esposo y ahora de su suegra. Frente a estos personajes, encontramos a una Bárbara Lennie que aporta capas y profundidad a la hija mayor, que bajo una máscara de superficialidad esconde una fragilidad que encuentra salida en el abuso del alcohol y la evasión del hogar. A medio camino se encuentra Alicia (Beatriz Grimaldos), pintora de cuya lucha por el reconocimiento se aprovechará un jefe cretino al que pone cara Nacho Fresneda —el entrañable Alonso de Entrerríos de El Ministerio del Tiempo).


En este lienzo, la comicidad natural de Antonio Resines ejerciendo el sacerdocio rompe el cromatismo dramático, un alivio humorístico en el que no se renuncia tampoco a la vía escatológica. Sí es destacar, a pesar de sus breves apariciones, la presencia en el reparto de actrices de talla como Irene Escolar —la última de las hermanas y quien desde su estancia en Argentina propicia el título del filme— o Silvia Marsó.


Una segunda jornada de Seminci, la de este sábado, que tiene como plato fuerte el estreno en España —a concurso en Sección Oficial— de The Brutalist, coproducción angloestadounidense dirigida por Brady Corbet y con Adrien Brody y Felicity Jones, que narra la vida del arquitecto judío húngaro László Toth tras emigrar a Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Una propuesta visual en 70 milímetros en el que la imagen se somete a la arquitectura y que logró el Premio de la Crítica en Venecia, donde Corben se llevó además el León de Plata a la Mejor Dirección.


Otro director premiado recientemente, en este caso el vallisoletano Pedro Martín-Calero (Concha de Plata a Mejor Director en San Sebastián con El Llanto) presenta su ópera prima en una proyección especial. Asimismo, la sección Constelaciones tiene una cita especial este sábado con el pase de la aclamada en Cannes Emilia Pérez, un narcomusical dirigido por Jacques Audiard en el que convirtió a la madrileña Karla Sofía Gascón en la primera mujer transexual premiada como Mejor Actriz en el festival francés, galardón que compartió con sus compañeras de reparto Zoe Saldaña, Adriana Paz y Selena Gómez.

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