Halfdan Ullmann Tøndel deja exhausto al espectador con un asfixiante retrato sociológico en 'La tutoría'
El noruego, nieto de Liv Ullmann e Ingmar Bergman, hace honor a sus genes en su ópera prima con una historia sofocante en torno a un caso de acoso en un colegio que arroja muchas preguntas y pocas respuestas
Seminci acoge el estreno en España de Vermiglio, de Maura Delpero, que compite en Sección Oficial tras lograr el Gran Premio del Jurado en Venecia
Con el rugido de un motor Volvo —a fin de cuentas la trama se desarrolla en Escandinavia— y un paisaje nórdico de carretera y frondoso bosque, el espectador se adentra en La tutoría (Armand). Dos horas después, cuando un plano de la mano Renate Reinsve (La peor persona del mundo, 2021) estrechando la de su hijo ponga fin al largometraje, ese mismo espectador saldrá de la sala emocionalmente exhausto tras una tensión creciente y una compleja realidad que se va desentrañando sin que llegue realmente a saber a ciencia cierta qué ha ocurrido.
Eso es lo que consigue el director noruego Halfdan Ullmann Tøndel con su ópera prima, que ha presentado este martes en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) avalado con la Cámara de Oro que consiguió por este trabajo en el pasado Festival de Cannes. En esta sofocante historia psicológica, el cineasta convierte una reunión escolar para tratar un posible caso de acoso en un colegio en un proceso inquisitorial en el que se van destapando historias y rencillas del pasado que más que arrojar luz sobre la cuestión, van sembrando aún más dudas en el público, mientras el manejo de los planos, la expresividad de sus actores y el empleo de la música de Ella van der Woude elevan la tensión en el colegio, un ambiente cerrado y opresivo —amplificada esta sensación de angustia por el calor que se acumula en el mismo— que, sin embargo, sirve al realizador para psicoanalizar a la sociedad en su conjunto, en una especie de experimento sociológico cuyas conclusiones deja en manos de cada mirada.
Para su estreno en el largo, este nieto de los cineastas Liv Ullmann e Ingmar Bergman, se ha acompañado de Reinsve, celebridad en Noruega y conocida internacionalmente por la película de Joachim Trier, con la que consiguió el Premio a Mejor Actriz en Cannes. La actriz, amiga de Ullmann Tøndel desde que trabajaran juntos en un corto del realizador, es también productora ejecutiva de la película, en la que su personaje fue escrito específicamente para ella y le permite un gran lucimiento.
Reinsve interpreta a Elisabeth, una actriz que es convocada por la dirección del colegio de su hijo, Armand, por un incidente en el que se ha visto implicado el menor, aunque no queda clara la gravedad del mismo debido a los mensajes contradictorios del equipo docente, empeñado en que el escándalo no salpique al centro. A medida que avanza la trama, van surgiendo a cuentagotas pistas que permiten conocer la relación entre Elisabeth y los padres del otro niño, Jon, al tiempo que afloran acontecimientos del pasado que indican que lo ocurrido puede tener una conexión con el tiempo pretérito. El manejo de la cámara, con Pål Ulvik Rokseth al frente de la fotografía, o una escena de siete minutos de incontrolable risa que acaba en el llanto de la protagonista contribuye a ahondar esta sensación de desasosiego y tensión, que de pronto se ve rota por un baile entre Reinsve y el conserje del centro, un africano que lo ha visto todo pero al que nadie pregunta. No es la única coreografía de la película. Más adelante, la actriz centra otra escena que apunta a metáfora del juicio al que está siendo sometida por el claustro.
Y es que una vez expuestas las dos versiones (que se van ampliando e incluso mutando a medida que avanza el metraje), lo ocurrido corre como la pólvora por la sala de profesores, dividiéndose éstos entre los que apoyan uno u otro relato, mientras desde la dirección se empeñan en dictar sentencia aun sin llegar a conocer toda la verdad. Un coro desdibujado, una sala con ambiente psicodélico por culpa de un proyector sin apagar o una tromba de agua serán escenarios sobre los que refuerce la actuación de sus actores el director, que hace honor a sus genes con este primer largometraje, del que también es responsable del guion, que incluye diálogos certeros y sin líneas de más.
En la rueda de prensa posterior a su estreno en la Sección Oficial de Seminci (donde se ha exhibido por primera vez en España, Ullmann Tøndel ha explicado que para escribir esta historia se basó en su época trabajando en un colegio de primaria, dejando correr su imaginación a partir de sólo 15 segundos de conversación entre dos niños de seis años. El cineasta también ha detallado que la cinta se rodó de manera cronológica a lo largo de 22 días, algo posible, ha subrayado, gracias al trabajo de “un gran equipo y grandes actores”. Completan el reparto de esta coproducción de Noruega, Países Bajos, Suecia y Alemania, que representará al primero en los Oscar, los intérpretes Ellen Dorrit Petersen, Endre Hellestveit, Thea Lambrechts Vaulen, Øystein Røger, Vera Veljovic, Assad Siddique y Patrice Demonière.
‘VERMIGLIO’, UNA VUELTA A LAS RAÍCES FAMILIARES DE MAURA DELPERO
En esta quinta jornada de la 69 Seminci también se ha presentado en Sección Oficial Vermiglio, una vuelta a las raíces familiares de la directora italiana Maura Delpero, quien en algo menos de dos horas relata la vida entre montañas de una familia de la provincia de Trento, en el norte de Italia, durante el último año de la II Guerra Mundial. En la película, que logró el Gran Premio del Jurado en Venecia, se muestra la personalidad de cada miembro de la familia acorde a los roles impuestos y a los nuevos que se van generando con el cambio de época, especialmente reflejado en las tres hijas del matrimonio protagonista, quienes buscarán su libertad dentro de los límites sociales, cada una de una forma diferente.
Este relato costumbrista tiene como escenario la incomparable belleza de los Alpes italianos, aunque su directora ha subrayado en la rueda de prensa oficial del festival con su perfecto español con deje porteño (fruto de su etapa en Buenos Aires) que no ha buscado “una postal”, sino reflejar un paisaje que para ella, natural de Bolzano, ha sido habitual en su infancia.
A fin de reflejar de forma fidedigna el carácter de las gentes de la montaña, a los que estos gigantes de roca han condicionado a lo largo de generaciones, la directora se ha rodeado de actores profesionales y lugareños, en una narración casi galdosiana, en el que el italiano más refinado de personajes como el profesor (Tomasso Ragno) se alterna con el dialecto local.
Mikhail Krichman firma la sugerente fotografía del filme, con una textura que diluye la nitidez digital para ayudar a viajar en el tiempo al espectador y una cámara fija que busca construir una “película pictórica”. Asimismo, la música, de la que se ha encargado Matteo Franceschini, se vuelve compañera ineludible de la imagen, una sonata al piano para conocer mejor a los personajes de esta historia y sus apuros en el final de la guerra, donde destaca especialmente Lucia (Martina Scrinzi), cuyas desventuras marcarán la transición del pasado hacia los nuevos tiempos para las mujeres.
La Sección Oficial se ha completado este martes con el estreno europeo de Fin de Fiesta, el debut en como directora y guionista de largometrajes de la productora ejecutiva Elena Manrique, quien ha trabajado en títulos tan conocidos como Celda 211, El laberinto del fauno o El orfanato. En esta cinta de hora y media, la cineasta carga contra los prejuicios contra la inmigración y el clasismo de las clases altas a través de una parodia del señorito andaluz en versión femenina. Después de que un inmigrante recién llegado en patera (Edith Martínez-Val) se esconda en su casa, Carmina, una frívola y solitaria potentada a quien encarna con mucha gracia y humanidad Sonia Barba, decidirá mantenerla a salvo de la Guardia Civil, aunque las buenas intenciones y el egoísmo comenzarán a mezclarse mientras los prejuicios van paseándose por la película. No obstante, la creadora de esta historia no priva al espectador de sentir cierta empatía hacia esa Carmina que en el fondo está sola, rodeada de aprovechados y a merced del alcohol y las drogas.
Cargada de humor y de clichés (puede que excesivos), la cinta presenta algunos paralelismos en el paternalismo de los poderosos con Los santos inocentes de Miguel Delibes que Mario Camus llevó a la gran pantalla en 1984 —la escena del criado exhibido a la mesa de los invitados del patrón se repite en este filme—, aunque a diferencia de Paco el bajo (a quien tan bien interpretó Alfredo Landa), aquí Lupe (Beatriz Arjona) sí se revela contra los abusos de su señora, un reflejo de que con todo, ha defendido la directora de la cinta en rueda de prensa, “los tiempos están cambiando”. Pese a los recelos iniciales, fruto de los prejuicios con que la población es bombardeada, Lupe acabará convirtiéndose en la gran aliada de este migrante y su secreto, una actitud con la que Elena Manrique quiere demostrar que “las clases bajas son solidarias entre sí”. “Estoy harta de las narrativas que dicen lo contrario”, ha sentenciado.
Para su ópera prima, que comenzó a escribir durante la pandemia, Manrique ha contado con la producción nada menos que de Belén Atienza, responsable de títulos como Lo imposible o La sociedad de la nieve, ambas de Juan Antonio Bayona. Atienza ha apuntado a la escritura “excesivamente creativa” de la directora y guionista como el elemento que la atrapó para embarcarse en el proyecto.
Fuera de la Sección Oficial, esta quinta jornada de la Seminci cuenta entre sus platos fuertes con el estreno en España de Estado de Silencio, película mexicana de Santiago Maza sobre la situación de los periodistas en aquel país, la cual produce el actor Diego Luna, quien finalmente no ha podido acudir a Valladolid para presentarla como estaba previsto inicialmente.
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